lunes, 14 de febrero de 2011

Take on me

Ese aparecido de mirada conmovedora paró de besarlo y puso su nariz en el cuello de David. Respiró una bocanada de aire... y cerró los ojos con naturalidad mientras lo abrazaba. Por su lado David se le venían un millón de imágenes: su vida de ejecutivo, su estabilidad financiera, su mundo calculado, su supuesta madurez y finalmente sucumbió diciéndole a su compañero
- tengo miedo que esto llegue lejos- mientras lo abrazaba con fuerza.

Las autopistas parecían poseer autos aún más rápidos... La ciudad que de madrugada es azul, esta vez cantaba una canción inesperada.

1 comentario:

Vía Morouzos dijo...

... y maravillosa... :-)