martes, 27 de marzo de 2012

Caminos




Redon, Odilon. La Esfinge Roja. Bourdeaux.

¿Hacia dónde corren todos lo que van tarde? ¿Qué surco siguen esos gigantes buses que mañana tras mañana abandonan la quietud y campean la ciudad? ¿A dónde van esas miradas desencontradas? ¿A dónde se dirigen esos fracs? ¿Qué será del rastro de pasos que quedan en la acera y nadie nota?

He dejado mi aroma, por entre los infinitos pasos que no terminan. El ruido incesante de los engranajes que iracundos reclaman el alma de un niño. He dejado ese olor a almendras que puse entre mis muñecas para que alguien desprevenido lo encierre en un frasco y le cuente a un nieto que alguna vez fuimos humanos.

He dejado entre las plantas una mirada, he contemplado las flores y en ellas he dejado testimonio. Esos colores fuertemente violetas atraviesan la mañana, violan la quietud... El estado estacionario de una sociedad que nunca para ¿qué será de esos soldados de la mañana? ¿Morirán en su intento por derrotar la rutina? Saltan, las palomas saltan y vuelan, se dirigen al horizonte y se burlan de la civilización, que aun titánica es pequeña: "no puede volar".

Corren, son atletas, sí son atletas... Riegan pensamientos por la calle, las alcantarillas hambrientas los reciben. Las hadas en círculo preparan un velorio para la fantasía de un ejecutivo. Los sueños de un infante transformados en edificios de aseguradoras y portales de transmilenio. Yace el fuego en la mirada que intermitente pretende escapar a otro mundo. Se estrellan, los personajes de un cuento se miran... Invocan un poco de lo que no tienen: electricidad.







2 comentarios:

Elena P.G. dijo...

Es la locura cotidiana...: ¿por qué valoramos lo que no es importante y nos dejamos llevar por los efímero?

Pd: me encanta Ondilon, creo que me lo descubriste tú.

Vía Morouzos dijo...

electricidad... sin duda, alguna... Echan de menos la chispa, la magia, las alas... Me encanta leerte, Vicky. Gracias por este magnífico blog.