sábado, 30 de junio de 2012

Las llagas del unicornio

Perdonar no es un proceso intelectual, por eso me despierta sospecha que alguien, frente a todo el mundo y con pecho en alto diga: "yo no le guardo rencor a nadie". Mi educación católica me enseñó el rencor y la ira, como sentimientos bajos que no deberían existir, pero existen... Ahí es cuando la religión se queda corta.

En mi vida he tenido heridas profundas, grandes decepciones. He intentado perdonar, pero cada día me doy cuenta que es un proceso largo que implica un compromiso con la vida y con el universo. La gente tan santa, tan pura y llena de gracia que llena sus labios con la palabra perdón, a veces (no siempre), orbita por la vida con las costras de espinas pasadas; le cobran a las personas a su alrededor, el precio de su dolor.

Para liberarse del dolor es necesario tener diferentes perspectivas, es indispensable "moverse". La única manera de mover el cuerpo emocional es haciendo algo insospechado... Un acto del alma. Acudir al símbolo, acudir a lo que nos pide el pozo negro del rencor... Inclusive, cuando la venganza es divertida y no lastima, la considero muy efectiva, liberadora y sana. 

Perdonar es un proceso que despierta muchos interrogantes en mí. Me hace pensar en cuán frágiles somos... Cuán frágiles vivimos.

3 comentarios:

Garsil dijo...

Buenas tardes... Gran tristeza,
el daño que otros hacen,
crisis produce en su alma,
grave sentimiento aflora,
muerte lenta genera,
morir para vivir.
Gracias

Elena P.G. dijo...

La lectura del libro "Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés fue para mí de gran ayuda en ésto. Te lo recomiendo.
Pero nunca hay que forzar nada: si no podemos perdonar algo, creo que es mejor aceptarlo.
Lo del símbolo, lo que la representación tanto de la cólera como del perdón, me parecen muy adecuados. Yo los uso y me sirven, no sabes cuánto.

JP dijo...

Hablas con la honestidad del que ya sabe.

A veces las llagas del unicornio se convierten en caracoles que avanzan lento y desconfiados, resguardándose de la sal del dolor en sus conchas autogeneradas.

Meditaré sobre acudir al rito, a la locura, al amanecer del día sin nombre para intentar moverme. Gracias