miércoles, 19 de junio de 2013

Su respiración cesaba y una tenue brisa agitaba las cortinas. Destellos en el aire y el reflejo de un tranvía donde quedara sepultada su juventud. Ahora era caminante.

Rodeado de la supervisión de sus familiares, diluía su presencia en el brillo ceniciento de la habitación.

Cerró los ojos y se dispuso a viajar entre los mil cristales, se deslizó entre sus recuerdos: mil flores amarillas, calles tapizadas de sepia, hierba verde pistacho, labios encendidos... Sueños de paraísos encontrados.

1 comentario:

Elena P.G. dijo...

Sueños y recuerdos: lo vivido vuelve a revivirse con la misma o más intensidad. Es bonito que formen parte de nuestro más preciado bagaje.