Mi niñez no fue particularmente excitante y mi juventud ha sido llena de restricciones. Cuando estaba en el colegio quería esfumarme, no toleraba el régimen autoritario de los maristas. En la universidad el estudio era tan absorbente que no podía darme el lujo de ser humano; durante los primeros meses sólo quería escaparme lejos... Solía mirar los cerros vecinos y contemplar las mariposas. He descubierto que la cúspide de la automatización es el empleo: el mundo laboral (hasta el adjetivo huele a grasa de engranajes). Y ahora medito ¿disfruté mi juventud? No, quise huir... Simplemente huir y sentir el viento en el cabello.
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1 comentario:
Otro mundo debería ser posible, ES POSIBLE. Un abrazo, Vicky.
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