sábado, 13 de agosto de 2016

Huracán

No sé qué me pasa por estos días. Creo que ando, como dicen las mujeres, "hormonal". Y pareciera que estoy en posición de combate. Me parece inaudita la protesta que hicieron cientos de cristianos y moralistas frente al Ministerio de Educación, por una política pública que busca eliminar la discriminación contra la población LGBTI en los colegios.

Y la microdiscriminación me vuela el genio cada día más. Parezco esas feministas errantes que confunden su estado de ánimo con la defensa de una ideología. Me fastidia encontrarme con mis familiares moralistas que hacen ese pequeño comentario, que derrama la copa y lo que otrora me comía, ahora me dan ganas de gritarlo.

Me fastidia ese repudio contenido de la gente cuando no correspondo con lo que debería ser "un macho" y me da asco esa endofobia de mis semejantes que los obliga a instaurar posturas machistas en redes sociales.

Me siento un extraterrestre en este país donde la política vale más que el talento, donde los argumentos pesan menos que las frases de cajón, donde se vale ser estúpido y andarlo pregonando ante multitudes iletradas y llenas de odio.

Me siento cansado...

2 comentarios:

Atticus dijo...

Creer en los argumentos es necesario, nos hace precisamente humanos. Pero suponer que con ellos vamos a convencer (o a ser convencidos) es ignorar que la bestia que no hemos dejado de ser va a apaciguada.

En tu país, en el mío, y en todos, no se puede hablar con fundamentalistas. Y el rechazo de la homosexualidad lo es. Ignoro las razones profundas, supongo que serán muy diversas, pero la religión no hace demasiado por la causa de la tolerancia. Las religiones. Pese a que el Papa Paco haya dicho eso de "Quién soy para juzgar a un gay", la diversidad no es algo que un integrista tolere precisamente.

Ayer leí un artículo en el que se mencionaba que un periodista (?) se había colado en una página de contactos en los Juegos Olímpicos para quedar con deportistas para tener contacto homosexual con ellos. Segùn parece, daba suficientes datos como para que fueran identificados. Muchos de ellos representan a países en los que está penada la condición homosexual. Mientras que en muchos lugares las leyes se hacen más permisivas con los homosexuales, en otros las leyes se radicalizan. Parece como si no fuéramos capaces de entender que cada cual puede hacer con su cuerpo y afectos lo que le plazca, con las lógicas limitaciones de la libertad de los demás, sin que aquí deban existir limitaciones por condición sexual.

De modo qué no sé qué más decirte. Cambiar las cosmovisiones es más difícil que cambiar las leyes. Recuerda lo que dijo Antonio Machado de España (no sé si valdrá igual para Colombia": "De diez cabezas, nueve embisten y una piensa". Un abrazo.

Vicky dijo...

Atticus,

Tienes razón al decir que los argumentos no son suficientes para influir en las mentalidades de las colectividades. Borges, de manera sabia en su libro "Historia de la Eternidad", favorecía el argumento sobre los sofismas. Insistía que a uno lo pueden quemar, callar e insultar, pero las razones daban para una discusión que durara la eternidad.

Quizás no es mi época. Tal vez no he sabido argumentar. Un abrazo.

Ke,

Gracias por todo. Yo soy de los que pide helado de fresa, aun cuando hay de chocolate.

:)

Un abrazo.