"Para volar se necesita gracia" se decía a sí misma mientras caía a ese mundo. Su lamento era profundo, la velocidad enorme y el viento frío. Dejaba ese hermoso cielo de estrellas, de truenos y de paisajes uniformes por ese trozo de tierra. Cientos como ella caían, algunas morían antes, mezclándose, como si fueran un solo ser; otras resistían o eran desintegradas por la fuerte caída.
Se sentía perdida, predecía su fin, era inevitable... Dejó la sensatez y en segundos recordó. Por su mente se proyectaban mil imágenes. Su nacimiento en ese gigante blanco, poco a poco crecía en esa enorme matriz, conoció amigas, amó... Inclusive quiso prometer... Sin embargo, se acercaba la hora. Por último vio ese hermoso sol, rodeado de la gloria, casi coronado por un arcoiris y pensó: "nunca signifiqué nada para nadie". Cerca al suelo, un rayo de luz la hizo brillar, siete colores salieron de su cuerpo... Era algo tan impresionante que nada importó. Se entregó a la muerte recordando que ella era el arcoiris.
Estas son las memorias de una gota.
lunes, 19 de septiembre de 2011
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1 comentario:
Precioso. Igual que nos sucederá a nosotros, pues somos parte de un mismo universo.
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