domingo, 6 de noviembre de 2011

Gracias... Conocido.

Se me hizo extraño el momento de saludarte... Pensé que quizás serías más... Extrovertido. Hablamos de muchas cosas mientras ese transmilenio avanzaba; se me hacía extraño que a veces te reías sin motivos aparentes y a ti se te hizo extraño que cuando yo no escuchaba bien, soltaba un: !¿Señor?¡.

Avanzamos hasta la estación Norte, fuimos a la estación Virrey, nos bajamos en la 57 y luego nos fuimos a la 63. No nos dejaron entrar a un lugar, quizás porque parezco menor. Te dije: si quieres entra. Tú me respondiste que no ibas a entrar solo. Fuimos a otro lugar, ese coctel en pocos segundos me hizo sentir que flotaba.

Me parecías un poco tímido. Apoye mi cabeza sobre tu mejilla, sonreiste y acercaste tus labios. En ese momento me dije a mí mismo: ¿qué tengo que perder? Y respondí. Nos abrazamos y mientras acariciábamos nuestros cabellos te susurré al oído: "somos dos almas en medio de un desierto". Recorrimos la calle, tomamos un cucarrón amarillo para ir a nuestras casas. Llegué primero a la mía, susurraste algo que no entendí.

Recuerdo que cuando estábamos abrazados, te dije: "merci par cette nuit". Me preguntaste que qué decía y yo te respondí: nada... No te decía nada, sintetizaba ese momento en cuatro palabras. Últimamente me he sentido muy solo, he sentido que mi vida se tornó más áspera y llena de responsabilidades. Ese salimos hoy que me dijiste, me cambió la noche, por eso me atreví a vivir sin miedos cada segundo.

Mientras cantaba, rompí una copa (qué vergüenza). Sin embago, seguí cantando... No me interesó afinar, no me interesó nada. Llegamos a ese rincón de la vida porque quizás, estábamos igual de perdidos, necesitábamos un abrazo. He aprendido en la vida que cada segundo del presente lo debes dar con infinito cariño, independientemente de que sea ese momento pasajero.

Leía un libro que decía que en las parejas se debía: "recordar Lo Que Es". Precisamente vino a mi mente eso mientras me abrazabas, imaginé que eras un niño que necesitaba ser curado y protegido... Como buen actor, me comporté, en ese instante, como papá y te abracé muy fuerte y te susurré de nuevo: eres muy especial.

La noche terminó... Te vi partir en el cucarrón amarillo... A las 3:35 sonó en mi celular "Saeglopur" de Sigur Ros y entendí que esta noche había sido un designio del destino.

...Siempre pensé que cada segundo lo debías dar con amor, aunque fuera pasajero...

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