Caminaba el profeta, desterrado de su ciudad. Le preguntó al cielo ¿por qué? Ante lo cual sólo hubo silencio. Pasaron los días y su tristeza crecía. Llegó a una ciudad extranjera con miradas distantes y rostros ajenos. Lloró profundamente en una posada y miró con nostalgia las estrellas. Una mañana se levantó y creyó haber visto un ángel: sus ojos de color celeste iluminaban el horizonte. El profeta en silencio contemplaba a un ser tan perfecto y como era de esperarse, éste le devolvió la mirada y sonrió. Se acercó con la lentitud de una nube y le dijo: ¿por qué tan solo y tan triste? Ante lo cual el profeta Bosem no pudo evitar sentirse sobresaltado.
Pasaron los días y cada mañana, al lado de la fuente hablaban sobre la vida. Un día Telem le susurró a Bosem: "quiero que me beses" ante lo cual el profeta respondió: "fui desterrado, aborrecido y odiado, no quiero repetir la historia". Creyendo que sus actos eran llenos de rectitud, decidió abandonar la ciudad. Partió temprano sin despedirse de nadie, una tormenta de arena lo atrapó. Inconsciente escuchaba como una voz dulce le repetía: "me preguntaste por qué y yo te respondí, pero no quisiste escuchar. Te envié lejos con una misión muy clara: amar al prójimo como a ti mismo". Lleno de arena abrió sus ojos, estaba deshidratado y cercano a la muerte. Pasaba una caravana de camellos y un hombre de hermosos iris corrió diciendo "Bosem" una y otra vez. Se trataba de Telem. Lo abrazó y le brindó agua, mientras los demás simplemente observaban y le volvió a susurrar: "el amor es vida, nos salva de la muerte". Se mezclaron en un abrazo tan profundo y sincero, en un beso tan tibio y tan leve que las rosas del desierto aclamaron el nombre de Dios. Al séptimo día, Dios sonrió porque lo que veía le gustaba: "el hombre amaba al hombre, la mujer a la mujer, de igual manera en el sentido contrario. La relación del hombre y la mujer, era algo muy bonito".
1 comentario:
Me gusta ese Dios...
Pd: la música que tienes puesta en el blog es preciosa, también.
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