martes, 10 de enero de 2012

La mujer I

Abre los ojos y siente como esa habitación de bareque se le hace en exceso conocida. Cada rincón, cada grieta, cada nuevo signo del paso del tiempo le recuerdan cómo transcurre rápidamente la vida. Un espejo de cuerpo completo le hace notar las marcas de su piel y el radiante azul oceánico de su mirada dulce, algo cansada, pero con historias que contar.

La cocina con gallinas y vacas plasmadas en jarras, paredes, botellas y en la estufa. El campo se levanta con ese sol intermitente de madrugada. Se sienta en esa roca con pequeños hoyos y de textura suave . Observa impactada, como la primera vez, el reflejo castaño de su rojizo cabello y cae tendida, contempla las nubes.

Un hombre guiado por un burro la saluda. Ella levanta su mano y las mariposas de colores salen a volar. Cierra sus ojos y sin querer duerme. Imágenes surgen: primero unos labios con colorete rojo, luego una mujer, luego una taberna y después él. En ese lugar suena tango, los bandoneones despiertan sus sentidos, su piel se eriza y en la esquina sonríe el hombre.

Sus ojos se abren y siente una asfixia... No sólo como síntoma físico; se trata de una sensación de opresión que parte desde el alma y termina en su corazón. Es un nuevo día en el campo: un lugar donde no pasa nada, hasta que surge una pregunta. Ella desea entender pero ¿por dónde empezar a completar el enigma? Un sueño la despierta de su sueño, mientras los cabellos adornados por el sol se agitan al ritmo de los vientos aliseos.

2 comentarios:

Elena P.G. dijo...

Me dejaste intrigada, Vicky. ¿Qué viene después?

Elena P.G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.