domingo, 15 de abril de 2018

Una Confesión

A los 12 años comencé a experimentar depresiones. Y las cosas con los años empeoraron, hasta que me sometí a un tratamiento intensivo, en el que cooperé demasiado y logré desterrarla. Hace poco, sentí el coqueteo de la tristeza y recordé cómo había sido mi vida. Pero la intención de este post no es hablar de mí, ella es la protagonista.

Tampoco busco preocuparlos. Ni más faltaba, en la actualidad la considero cosa del pasado pero pienso que publicaciones sinceras (y a veces jocosas) contribuyen a eliminar el tabú frente a la enfermedad mental.

Diurna

Una de las cosas que más curiosidad me causó de la depresión es que me daba intensamente por el día y de noche, mi mente entraba en un estado de "éxtasis y alegría". Además me cansaba mucho porque tendía a tener pensamientos negativos de manera excesiva, al punto de despertarme a las 4 de la mañana pensando sin parar.

Sin Salida

Amo en parte a Borges porque considero que el universo y especialmente la mente, es un laberinto. Y es que precisamente en eso consiste otro de los síntomas que experimenté durante años. Los pensamientos negativos son tan intensos y tan repetitivos que a menudo me desesperaba y se me desorbitaban los ojos.

Pies Congelados

La logorrea (risas) es cuando hay una congestión de pensamientos. En mi caso ocurría durante largos períodos y a veces iba y en el momento menos pensado, volvía. En esos instantes, sentía un frío apabullante en los pies y en las manos, similar al vértigo.

Mi Habilidad para la Imitación

En otra vida creo que fui actor: Me fijo en los detalles de las personas y a veces logro copiar sus gestos. Eso lo traigo a colación porque una de las cosas que me ocurría durante mis depresiones era la obsesión de imitar a mi hermano mayor. Quizás porque es equilibrado y todo le sale bien. La cosa fue tan en serio que a los 12 años durante mis etapas histriónicas hasta pensaba en ser heterosexual (¿yo heterosexual? Jamás). 

A raíz de esto debo reconocer que perdí mucha espontaneidad. Yo era alguien extrovertido en mi niñez y con motivo de mis intensas imitaciones de alguien introvertido, voilá, me volví alguien silencioso y reservado.

Ser un Bebé

Cuando me daban profundas tristezas quería refugio, similar al de un bebé y no precisamente para mamar. La sensación de impotencia y fragilidad es tan grande que uno busca que lo protejan y lo cuiden como a un pequeñín.

Ángeles

Sí, mi vida ha estado llena de ángeles. De gente hermosa que estuvo dispuesta a escucharme. Que aunque no entendían lo que sucedía, me prestaban sus oídos y su corazón. A veces una persona con una desesperación extrema sólo necesita que la oigan con mucha atención. Ni siquiera lástima, sólo absoluta atención.

Dentro de esos ángeles hubo terapeutas. Recuerdo que la sensación al entrar al consultorio, era como llegar al cielo. Había algo roto y sabía que debía solucionarlo.

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