viernes, 27 de mayo de 2011
miércoles, 25 de mayo de 2011
...
El gusto por los hombres siempre me pareció extraño, aunque fuera el interior de esta armadura quien lo sintiera a diario. Me crié en una familia un poco conservadora, donde eso no era normal, tampoco anormal, era simplemente algo de lo cual no se debía hablar con plenitud. Siempre los hombres buscan a otros hombres, cuando se trata de gusto... Y no fui la excepción. A cierta edad de mi adolescencia, esos lugares que la "gente de bien", miraba con desdén... Lo cierto es que lo prohibido. Recuerdo ese lugar con un cerezo dibujado a la entrada. La curiosidad pudo más y entré. La primera vez fue fatal, me quedé con los brazos cruzados... Me sudaban las manos, mientras los demás niños y niñas (más niños que niñas) bailaban al ritmo de la noche. No volví a asomarme por un mes.
Estaba en grado once, a punto de elegir carrera, pero me tocaba ver ese maldito lugar... Una y otra vez, como si fuera mi condena; si no estoy mal, por esa época las comunidades LGBT protestaban por reformar el sistema. Mi abuela hablaba con mi mamá en medio de ese olor a limonaria. Entre palabra y palabra, viendo el noticiero decían: "ahora hasta se creen como nosotros". Comprendí que debía abandonar ese estilo de vida para siempre. Ahora, antes de coger el bus en las mañanas bogotanas, procuraba no desviar la mirada a la izquierda... Sería fatal para mí, no ser parte de "nosotros".
Una noche, de ésas en las que me gustaba salir a contar las estrellas, me dejé llevar por una sucesión de estrellas. Se me cayeron los audífonos al suelo y tuve que despegar la mirada. Me los metí en un bolsillo, me amarré los zapatos y alcé la mirada; torné mi cabeza a la izquierda y... Estaba él ahí, con esos ojos de venado que podrían simular a venus en su éxtasis de luz. Sus labios, su cabello, todo era algo hipnótico. Me puse nervioso pero como decía mi papá: "usted es bien valiente mijo", así que decidí deslizarme en la vida. Me acerqué con miedo a la entrada del lugar, y quise llamar su atención... Pero estaba acompañado. Igual, no me iba a rendir, yo nunca me rindo, así que entré... Con los brazos cruzados, como la primera vez... No despegué de su presencia mi mirada en toda la noche. A las doce, me puse de mal genio... Miré hacia un lado y me quería ir; pero él llegó. Cansado de bailar y algo prendido (comenzaba a hacerle efecto el alcohol) se sentó a mi lado, me dijó: "hola ¿cómo vas?¿Quieres bailar?". En ese pequeño momento, supe que los milagros existían. Bailamos al lado de la claraboya que da al cielo, era como si las estrellas me guiñaran a miles de kilómetros de distancia.
Pasó el tiempo y después de un mes en que yo, y únicamente yo, lo llamara todos los días a las 7 de la mañana, antes de que llegara la ruta por él, le quise pedir que fuera mi novio. Me era insoportable estar lejos de él. Me arrodillé y le dije: "no es cuestión de ritos sociales, quiero ser tu novio y punto", él sonrió, yo sonreí y nos dimos el primer beso. Nos gustaba ir a un lugar medio oculto en la ciudad, desde donde se podía recostar uno en el prado, comer uno de los mejores helados y correr mientras veíamos el cielo. Sentía que volaba; una tarde, me contó que lo que más le había dolido era la muerte de su madre. Dijo palabras que serían proféticas: "nunca olvidamos lo inconcluso porque es ley universal que toda historia tenga desarrollo. Por eso lo temporal nos trasnocha. Sin embargo, pareciera que todo acaba, menos el amor". Me parecía que era muy sensible y por eso decía esas cosas; él siempre tan bonito, despertaba en mí el deseo de cuidarlo, de protegerlo... De apachucharlo.
A final de año, estaba que perdía once ¿por qué? Por vago, mis profesores decían que no rendía... Mi mamá sospechaba algo pero es que yo ahí sí tengo excusa, si se tiene a alguien con el cual se quiere salir todos los días no se puede estudiar. Como siempre, a él, le iba muy bien en el cole... Era medio ñoño; una noche me dijo que si quería salir a bailar. Yo le dije que no, que tenía que dedicarme mucho o me tiraba el año, él insistía e insistía. Me puse medio bravo. Cuando caminábamos por esas calles grises, casi no le hablaba porque yo siempre terminaba haciendo lo que él quería, tenía una forma tan sutil de convencerlo a uno que a veces abusaba. Sin embargo, como buen novio, no le dejé de sostener la mano un segundo. Notó mi malhumor y me preguntó si estaba bravo, yo le dije que no, me preguntó otra vez y esta vez le dije que sí, a lo cual él respondió: "yo a ti te amo, no estés bravo, quería que saliéramos hoy... Porque te veo tan preocupado, tan ensimismado en tu estudio que no tiene sentido, así que si quieres volver a estudiar, ve, no te preocupes, igual esto lo hacía por ti" ante lo cual yo me sentí avergonzado. Bajé las armas, lo abracé y acaricié.
Pasada la noche, habiendo olvidado todo, volví a ver las estrellas de la noche en que lo conocí. Dicen que es imposible, pero me acuerdo muy bien de ésas porque se parecían a él. Me sentía en el cielo, viviendo una vida marginal pero genial. Nos cogimos de la mano y corrimos apenas salimos de bailar. Los carros se veían de colores y el cabello de él se levantaba con el viento, su piel brillaba como el sol. De un momento a otro, un carro negro se nos atravesó. Eran cuatro tipos, se bajó uno y nos dijo: "a pero miren qué tenemos, un par de loquitas". Nos miraba fijamente y se le unieron los otros tres; una nube tapaba las estrellas; un tipo nos dijo con asco: "por esta gente la ciudad está como está, ¡maricones!". Yo estaba asustado... Lo cogí fuerte para que no lo tocaran, y les dije, háganme lo que quieran pero a él no lo toquen. El pobrecito temblaba del miedo. El primer tipo que se bajó, recuerdo que olía a cigarrillo, me dijo: "fresco hermano, suéltelo que no les vamos a hacer nada". No quise soltarlo, me resistía, sería un sacrilegio dejarlo desprotegido. Y arremetió: "o lo suelta o los matamos a los dos". Entonces accedí, hoy sé, que nunca debí hacerlo. Los desgraciados se reunieron y entre risas volvieron donde nosotros, lanzaron una moneda al cielo y recuerdo muy bien, recuerdo muy bien esa maldita moneda, cayó cara. Y le dijo a Gabriel, a mi amado, a mi soñado: "listo hermanito, le tocó a usted", dispararon y se fueron. Yo no paraba de gritar, uno pierde todo, hasta el equilibrio... Se estaba muriendo... Se estaba muriendo y yo no podía hacer nada. Sentía que me estaba enloqueciendo, hasta levanté a los vecinos. Vi sus ojitos, se cerraban sus pupilas, como si estuviera viendo directamente una luz. Es sin duda alguna, el peor momento de mi vida. Fue mi culpa, nunca debí soltarlo... Nunca.
Fui al velorio y nadie me conocía, ni siquiera su hermanito menor. Todos se preguntaban quién era yo pero nadie se atrevía a hacerlo de frente. Yo no paraba de culparme, de sentirme una basura. Había gente que hasta contaba chistes y recordaba cosas, no lo conocían... Eran "amigos de la familia". En un rincón lloré hasta que sentí que se me bajaba la tensión. Quizás por eso llamé la atención, su madre, jamás sabré porque, se acercó a mí y me dio un abrazo. Creo que sólo yo podía entender su dolor. Yo le dije a ella: "lo amo con todo mi corazón" y ella sonrió y dijo: "yo también". Lo visité casi por varios meses, cada vez menos seguido, al cementerio. Con el tiempo no volví, porque entendí que debía continuar mi vida. Todas las noches, cuando miraba las estrellas recordaba sus ojos de venado. Por eso no volví a ver al cielo, hasta hace pocos días... Que se me cayó el celular y estaba en frente a ese lugar, con un cerezo dibujado en la pared. Entré sólo para ver... Más bien para recordar. Con melancolía, de nuevo mirando a la claraboya, me preguntó ¿qué hubiera pasado si hubiera caído sello? A veces, no sé, quisiera devolver el tiempo y no soltarlo nunca. Y en el fondo sé, que todo es pasajero, menos el amor.
martes, 24 de mayo de 2011
CONFESIONES
A estas cortas alturas de la vida, he descubierto algo. Mi homosexualismo nunca fue un conflicto, el problema era el homosexualismo de los demás. Cualquiera que sea sujeto de discriminación o violencia hacia un homosexual, también "tiene una homosexualidad", por lo menos una forma de concebirla; de este modo... El problema era el homosexual retorcido que "ellos" y "ellas" tenían en la cabeza, no yo.
sábado, 21 de mayo de 2011
HOY DIGO
Que soy más que un cuerpo y gotas de sudor,
Soy más que sonrisas en esquinas desconocidas...
Soy más que notas suicidas y golondrinas al viento.
Soy más que patos en el lago,
Soy más que clubs...
Soy mucho más que discotecas y novios.
Soy más que recuerdos de amores pasados,
Soy más que el yoga, el Chi Kung y los libros de budismo tibetano,
Soy más que las tradiciones matutinas.
Soy más que bañarme los dientes,
Soy más que usar ropa de marca,
Soy más que envidiar a mis amigos.
Soy más que reirme en clase de cálculo,
Soy más que demostrar lo que sé,
Soy más que intentar ser amable...
Soy más que viajar por el mundo,
Soy más que Gucci, Prada, Ungaro, Dolce & Gabana, Zara y tantos almacenes de fotografías grandes.
Soy más que los libros que me toca leer,
Soy más que un caudal,
Soy más que la ecuación de Colebrook-White
Soy más que la velocidad...
Inclusive, más que la levedad...
¿Quieres saber quién soy? No me arriesgaría a tanto...
miércoles, 18 de mayo de 2011
lunes, 16 de mayo de 2011
"Pipe"
Nos conocimos como dos trenes... La verdad no recuerdo cómo nos hayamos conocido, eso no quiere decir que no estés en casi la mitad de las memorias de mi vida. Al comienzo, demostré lo dominante que puedo llegar a ser, en el fondo era inseguridad... Tenía miedo de lo que yo era y debía ocultarlo a toda costa, aunque eso significara lastimarte. Me divertías mucho... Eres de los poco que es capaz de hacerme llorar de la risa. Y sobre todo, supiste entender... Más bien, soportar tantas cosas que la carta de hoy es para pedirte disculpas.
Lamento no haber sido grande para darte luz en los momentos de oscuridad, o para darme cuenta que a veces era tu verdugo ¿que si siento culpa? La culpa no lleva a nada, sólo a un profundo cáncer que censura la palabra y desnuda el habla con la descompuesta capa de lo seco... De la naturaleza muerta. Lo que me motiva a escribirte una carta es que quiero reparar, repararte. Quiero resarcir el daño que te haya hecho, porque te quiero. Bueno, a pesar de que ambos nos hemos hecho daño. Te guardo el rencor suficiente... Como para que sea interesante. Habrá cosas que yo también tenga que perdonar...
En fin, lamento que hayas tenido que vivir tantas cosas. En el fondo creo y espero no te enfades si el destino te hace leer esto, que aprendiste a adoptar el papel de víctima. No conoces tu fuerza, lo sabemos tú y yo. Si bien ser conciliador, ser dulce, ser amable... Es algo muy lindo, no creo que lo hagas por ser "una mejor persona". Creo que lo que te motiva es el miedo. Tienes miedo a vivir, a responder, a explotar... Te tienes miedo a ti.
No te puedo regalarte más que un: perdóname, te quiero. Son las dos cosas que más significado puedo decirte; me entristece que hayas tenido que pasar por tantas cosas y muchas de ellas en soledad. El mundo a veces no está preparado para la intimidad de algunas... Sin embargo, no falta la publicidad a una forma de vida. El caso... Quería decirte eso que dije al comienzo del párrafo y deseaba pedirte disculpas por una cosa, por no saber querer...
Gracias
sábado, 7 de mayo de 2011
Tú eres luz
Estoy aquí, donde me arrastró la noche, tan seguro en medio de paredes y con la tutela de la noche. Me pregunto... De tantas personas ¿existirás tú? El que me conmueve, el que me hace sonreír de verdad, verdad... Esta ciudad en tus ausencias sabe a largas autopistas y a discotecas llenas de almas con miradas perdidas. Si acaso estás en las estrellas no estaría de más que me enviaras señales.
Me pregunto si quizás... Existió la persona ideal... Sino que un mal movimiento de la vida hizo que desapareciera de este plano. O quizás estás por ahí, mirando al oriente, viendo dragones verdes nacer; me apoyé en una pared imaginando tu abrazo, soñando que por fin los huecos en mi memoria tendrían sentido... Que quizás.... Entendería la vida. Pero mi querido príncipe... Me siento algo desafortunado esperándote. Las personas más grandes me dicen que no existes, que simplemente hay amores ¿tú qué piensas? ¿cómo serás? ¿me abrazarás cuando me encuentres? A lo mejor simplemente hay personas que alimentamos nuestra vida de sueños...
Príncipe, la cuenta regresiva comenzó y hay algo que me dice que las oportunidades de encontrarnos se reducen... En todo caso, si existes y de casualidad pasas por este blog, quiero que sepas que te esperé con una flor blanca en un templo azul... Así de cursi soy, ni un santo, ni un hada, ni un demonio, ni un cielo raso, ni nada que se le parezca... Sólo soy el que vive, la que vive, soy el hombre y la mujer que se encuentran y desencuentran en el mismo cuerpo. Soy la dulzura y la fuerza, el ayer y el hoy, soy un presente del color de la noche, soy una runa, soy una equis en la frente, el fuego en el alma, la iluminación de bares y morideros citadinos....
Principito, si llegaste aquí de casualidad, quiero dejar este post como constancia de que te envio un millón de besos, esté o no esté el día de mañana. Te dedico la oscuridad de la noche, porque simula nuestra búsqueda casi eterna...
Atentamente: un plebeyo.
jueves, 5 de mayo de 2011
¿feliz día de la madre?
Si tuviera que elegir un dios querría que fuera como tú, sonriera como tú y me amara como tú... Sin límites.
miércoles, 4 de mayo de 2011
CÓMO ME IMPACTA. Como me impacta que la muerte, la guerra, la sangre derramada y el dolor sean algo de celebrar; cuando era niño, quería tener pistolas de agua como todos los demás... Mi mami siempre que las veía las botaba en la basura. Cualquier clase de armamento estaba rotundamente prohibido, al punto de ser necesario esconderlo bajo la almohada. No tuve pistolas de agua; su postura siempre me pareció exagerada e inflexible, pero ahora que veo cómo reacciona mi sociedad antes las muertes... Ésas muertes donde se muestran sesos, cuerpos calcinados, en general cualquier clase de miembro expuesto para festín del occidente... Me asusto. Si la guerra se volvió una fiesta, si la muerte es una máxima, si el dolor es cosa de engrandecer, si los grupos armados (legales y/o ilegales) son heroicos, no me queda más que decir:"ella tenía razón". La violencia no es un juego... El dolor, el asesinato, la manipulación mediática, la legitimación de la violencia y la prevalecencia de estructuras del odio sólo conducirán al fin. Si son o no son terroristas, si son o no son armados, si son o no son santos... Lo que en realidad me aterra es que las personas que no empuñan armas, que no son asesino@s, llenen su corazón de una demencia eufórica hacia cualquier acto de guerra.
Gandhi decía: no violencia... Procuraba no meter el concepto paz porque quizás era demasiado avanzado para los escépticos de corazón; más de una cátedra en la universidad está cargada de ese occidentalismo que celebra las intervenciones de las fuerzas militares en pro de la seguridad. Cambiamos la paz por la seguridad pero una seguridad que se sustenta en las armas, que genera odios y dolores profundos, que "engaña", que es tramposa y sucia no es seguridad de nadie. Me opongo a que los hijos de mis hijos, si es que tengo, lleguen a ver un mundo donde sean entrenados para pensar y amar los noticieros cargados de minas y conquistas. Me opongo a un mañana donde el amanecer sea rojo y el hombre coma de las entrañas del hombre, donde los tesoros más valiosos de la humanidad: las miradas, sean saqueados por los intereses de los que asesinan, me opongo a que el mañana sea de no perdón, de ceguera, de lo vacuo en la sonrisa... Si "los sabios de nuestra humanidad" nos guían hacia la guerra, la justifican y la promueven... Esos sabios quizás perezcan en su sabia ley. Paz, Paz, Paz, Paz, Paz, Paz, Paz... En el planeta tierra y en el cosmos.
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