miércoles, 19 de diciembre de 2012

Este cuerpo

Madre selvas brotan de mí y esta vibración en mi interior me recuerda que estoy vivo. Receptáculo divino, espejo de todos los destinos, late con fuerza el corazón. Cuántas décadas para ver un montículo caer... Cuántos sueños en estos ojos que no serán. El curso de mi alma en la piel: todas las caricias, todos los sueños de épocas doradas.

Esa sensación dulce que me recorre, que me asfixia, que me envuelve en un halo protector e inocente que todo lo puede. El deseo de trascender de la carne y en la carne. Los instintos y su origen cósmico; el profundo deseo de transgredir las barreras y hacer una metáfora del otro. Mis pulmones me instigan a respirar más rápido y reposo sobre un torbellino, justo en el centro... De dónde vengo.

3 comentarios:

Garsil dijo...

Buenas tardes... Los instintos,
la pasión de nuestra inconsciencia,
liberarlas es trabajo de una vida,
suplicar es mostrar nuestra debilidad
para volver a nacer en soledad.
Gracias

Elena P.G. dijo...

Lo has expresado tan bien, que me has hecho sentir lo que tú sientes.

Vía Morouzos dijo...

"El deseo de trascender de la carne y en la carne", maravilloso.