domingo, 22 de mayo de 2016

Once Poetas Holandeses (43/50)

En el marco de la Feria del Libro de Bogotá (Filbo), me regalaron dos libros que son parte de una iniciativa de la ciudad. Se llama "Libro al Viento", como su nombre lo indica son regalados pero el compromiso es hacer un trueque en las bibliotecas principales de la ciudad.

El país invitado de honor fue Holanda. Me regalaron un librito muy hermoso y chiquito que en su portada tenía un molino ilustrado.

El libro consta de una serie de poemas categorizados por autor: Armando, Cees Nooteboom, Jules Deelder, Arjen Duinker, K. Michel, Anne Vegter, Menno Wigman, Sasja Jansen, Hagar Peeters, Tsead Bruinja, y Ester Naomi Perquin.

La selección de poemas y el prólogo fueron realizados por Thomas Mohlmann. Todas las traducciones excepto las de Cees Nooteboom y  Armando, las hizo Diego J Puls. Las del primer autor, las hizo Fernando García de la Banda y las del segundo el Taller Brockway.

La presentación de los poemas incluía el holandés que me resulta ajeno y misterioso, y a la derecha el castellano, cómodo e infinito. No soy poeta, filólogo o escritor. Sin embargo, percibo en los poemas holandeses una tendencia hacia el realismo, hacia el lenguaje coloquial y la constante invocación de la cultura tradicional campesina. Siempre hay excepciones y cada autor tiene su estilo; no obstante, se pueden identificar patrones.

A continuación una muestra del regalo que nos dan los holandeses.

Noche - Cees Nooteboom

De noche, por castillos de nubes 
y una última terraza de luz de luna,
el sueño de viajes prohibidos,
una puerta, siempre cerrada,
ahora entreabierta, el peligro de otra
vida, un poema

de una existencia a la inversa,
donde la muerte no tiene guadaña,
es un amante sobre herraduras de oro
que te acaricia los pechos
y te extiende la alfombra de las estrellas
para que te tumbes allí,

luz por todas partes, hasta en los dientes
del predador, en las uñas
del asesino y el cuchillo reluciente
que escribe la última palabra,
fuego, y entonces con tus ojos de nadie
ver sin llegar nunca a un fin,

ver quién eras.



La Piedra Florece - Arjen Duinker

La piedra florece.
La piedra que florecer no puede,
cómo florece la piedra.

Sus flores son multicolores.
Coloreadas cual nubes  al alumbrarlas la luna, 
coloreadas como tus ojos, vida mía,
y cálidas.
Coloreadas cual alegres ideas, 
multicolores como olas que ondean hasta el horizonte.

Cómo florece la piedra,
cómo florece la piedra que florecer no puede...

Huele al viento que dispersa el llanto,
huele a lo que es evidente,
a sangre,
a castañas asadas,
a alboroto en las calles.
Huele a libre visión y sentimiento
y hechiza mariposas multicolores.

Así florece la piedra,
la piedra que florecer no puede.
He de volver,
he de volver, vida mía, con una de sus flores.

2 comentarios:

Pitt Tristán dijo...

Una persona puede pasar varios días sin comer, pero ni uno sólo sin poesía.
Un placer leerte.

Vicky dijo...

Pitt, bienvenido al blog. Lo que le da sentido a la vida son las cosas inútiles. Entre ellas la poesía, una excusa pars exaltar el espíritu humano.