jueves, 29 de julio de 2010
Aguamarina.
Entre las gotas de lluvia y el peligro de un tiburón, sus tribulaciones aumentaban. Recordó algunos mantras de protección sin embargo las olas soplaban con intensidad. Asustado, con la mirada perdida en ese enorme océano incierto, gritó a los cuatro vientos. Mientras alzaba las manos, una ola aprovechó para robar la única tabla que tenía. Rendido y dejándose ahogar vio la belleza de las profundidades, la variedad de peces, en ese pequeño instante conoció la paz. Muy a lo lejos de ese océano profundo surgía una luz naranja con un ejército de destellos de colores varios... era el atardecer. Nunca visto bajo el agua descubrió lo afortunado que era, sin miedo a la muerte quiso ir más y más profundo, sus pulmones se llenaban de gracia. De un momento a otro cayó en un delicado sueño. Cuando abrió los ojos estaba en tierra firme y las nubes violetas, en pleno crepúsculo anunciaban un guiño del universo.
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1 comentario:
Guau tocaya... Muy lindo tu relato. Muy lindas imágenes transmite :)
Ahora te sigo :)
un saludo y que sigas con éxito!
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