viernes, 5 de abril de 2013

JK

Caminaba después de cepillarme los dientes con mi estuche morado por la terraza de ese cúbico edificio. A unos metros de mí te vi caminar. No sabía que hacer, algo en mí refulgía. Se me empaparon de miel las entrañas y me volví más pequeñito de lo que soy. Creo que me he vuelto a enamorar y tengo miedo, mucho miedo.

1 comentario:

Elena P.G. dijo...

¡No hay que tener miedo a volverse a enamorar, porque aunque traiga su ración de inevitable dolor, es uno de los regalos más bonitos de esta vida!!!.
Cruzo dedos por tí, Vicky: ¡que seas muy feliz!!!!!!!!!!!!