Para renacer habré tenido que morir y deambular laberintos de odio y miradas taciturnas... Nadie es dos veces vivo si no ha experimentado la soledad de la desazón. Romper el cascarón es un proceso que comienza en la pérdida de todos los sentidos y finaliza en el vértigo... en el vuelo que descarta el suicidio; lo infinito, a fin de cuentas lo intocable.
Para volver a crecer, creer, soñar y deambular los pasajes de euforia que no recuerdo, le debo al cansancio una visita, a la derrota un reconocimiento y al desierto mil preguntas. Las violetas florecen tímidas en un rincón opaco, en la periferia de la vida donde los transeúntes echan una mirada ladina.
Eso soy, la vida, que se reduce a cenizas no por humildad; es necesario. Requiero disminuirme a la mínima expresión de lo que es humano para algún día llamarme ángel. Es importante tocar las puertas de mi infierno, ser presa de mis tribulaciones, envolverme en las fauces del lobo que con coraje embiste mi ingenuidad.
Para ser otra cosa, sólo me hace falta no haber sido nada.
2 comentarios:
Hasta lo más duro lo sabes decir bello.
Comparto lo que dice Coeliquore... "Romper el cascarón es un proceso que comienza en la pérdida de todos los sentidos y finaliza en el vértigo... en el vuelo que descarta el suicidio"... Brutal, Vicky...
Publicar un comentario