domingo, 7 de abril de 2013

Me rindo

Aquí me tienes vida, cómeme. No repares en tornar tus fauces agresivas, tritúrame. Hazlo súbito, hazlo lento pero extíngueme.

Aquí me tienes vida, úsame. Pruébame y después quémame el alma. Entrégame a los mundos bicolores, redúceme el tamaño.

Aquí me tienes vida, cóbrame. Destrúyeme por cuánto pecado esta alma haya cometido... Pero no dejes restos, no dejes pruebas que te puedan inculpar.

Tú ganas...

3 comentarios:

Elena P.G. dijo...

Hoy dejas tres entradas cargadas de dolor...
En todas partes al distinto, al sensible...le hacen daño, intentan destruirle.
El alma nunca se rompe, ni el corazón. Pueden hacerse añicos, pero siempre se recomponen.
Un abrazo preto

JP dijo...

Hay momentos en los que "el modelo" colapsa, la enseñanza se queda corta ante la realidad, las tres clases sociales, los diez mandamientos, el dia y la noche, el hombre y la mujer, la fuerza y la debilidad deben abandonarse como concepto para comprender la realidad.

Entonces los miras y te das cuenta que te has aferrado a un bloque de hierro y pretendes que ese bloque te ayude a flotar.

Cansarse es permitido, llorar es de hombres, de verdaderos hombres sin importar lo que hagan con su cuerpo...que tampoco es suyo.

Desesperarse solo incrementa la tensión, reduce la capacidad de raciocinio, te pone el nivel de lo que tanto te disgusta.

Respira profundo... alejate vive en el verde de los árboles, en el aleteo de las palomas, en las caras de los zombies que corren tras una ilusión como los hamters en una ruedita metida en una jaula.

A la piedra que se sabe que tiene mucho valor, debe pulirsele con la fortaleza que solo un diamante pued edar... así su belleza resaltará. Solo al árbol que da fruto le lanzan piedras... no lo hacen así con los chamizos secos y envejecidos.

Vía Morouzos dijo...

Zarandeada, como un muñeco de trapo que se deja arrastrar por el impulso de lo desconocido... Destrozada, por las fauces hambrientas del instante inmortal... Jamás vi alas más grandes que las tuyas, Vicky... Vuela, vuela alto... Déjala ganar... Pero que no se vaya sin un bocado enorme en los labios. Un abrazo grandísimo.