miércoles, 18 de mayo de 2016

Carta a una Homófoba

En sintonía con este mes, en el que se celebra el día contra la homofobia, dentro de las actividades estaba escribirle a un homofóbico, en mi caso, a una homofóbica.

Quizás en tu región el término "homófobo" tenga menos popularidad que "marica", "homosexual" o "al que se le moja la canoa". Y es probable, que nadie nunca te haya dicho que eres homófoba. Para serte franco, no es una carta de odio y heridas; es una forma de recordar que inclusive seres con los que me he llevado bien, pueden ejercer actos deliberados en contra de alguien por su inclinación sexual.

Elsa, recuerdo que nos conocimos por la entrevista de trabajo que presenté ante ti. El primer detalle que me impactó fue que cuando extendí la mano, me tomaste de la muñeca, como hacen las personas cuando tienen contacto con alguien sucio. Un par de entrevistas más y obtuve el cargo. Llevaba meses buscando empleo y el hecho de que una multinacional asiática me haya llamado a aportar, hizo que sintiera que mi karma laboral había cambiado.

El sueldo no era muy bueno pero las responsabilidades que tenía exigían de mí estudiar y actualizarme, hecho que me satisfacía. Por tu acento, en cuestión de segundos pude intuir que eras de la costa, lugar agreste para la diversidad y lleno de mitos alrededor del amor entre los hombres.

Al principio me costó entenderte. Que gritaras cuando las cosas no te funcionaban, que dieras órdenes displicentes, que hicieras bromas fuera de lugar, que para hacer equilibrio en tus tacones, te apoyaras en mi espalda, resultaban situaciones que a todas luces eran denigrantes. Pero procuré excusarlas, insistiéndome que en tu tierra las cosas eran más abiertas, más relajadas.

Era obvio que uno de nuestros colegas era homosexual, el coordinador de recursos humanos, el que tanto insistió en contratarme. Era chismoso y a veces pendenciero, no lo niego. Sin embargo, yo solía escucharte hacer bromas sobre su sexualidad. Era tu manera de devolver el puño, lo cual era apenas natural. Solías decir que su novio y él, eran amigos de atrás, y te reías. De manera ingenua yo te insistía que yo respetaba su vida privada y hacía hincapié en lo poco que me interesaban sus relaciones íntimas. No era más que una estrategia para decirles a los demás que tampoco me gustaría que se metieran en mi vida.

Con el tiempo comenzamos a entendernos, a almorzar juntos. Tú a conocer mis tristezas, yo a conocer tus secretos. Pasaron los días y noté el amor profundo que profesabas por tu hijo, noté cómo intentabas entenderme. Inclusive, procurabas comer comida vegetariana para yo no estuviera solo. Descubrí ternura, compasión, sentimientos sólidos y nobles; te comencé a querer.

Procuraba decir que en la empresa debía hablarse de derechos humanos, cuando en el fondo quería decir que se valía ser gay. Durante esos meses, llegó un nuevo coordinador de relaciones laborales; se llamaba Gustavo. También era de Barranquilla. No hacía más que hablar de esa ciudad. Y de paso, odiaba a mi colega homosexual.

Ustedes eran patanes, groseros y vulgares; homofóbicos. Pero me caían bien, los considero mis amigos e hicieron mi vida más fácil, a parte de obtener un aumento para mí. Sin embargo las bromas hacia los homosexuales no cesaban. El tema se hacía cada vez más álgido y a menudo comenzaba a sentir miedo por mi futuro laboral.

Ajeno a eso, mis relaciones con los proveedores se deterioraron, estaba haciendo todo tu trabajo y estaba en un ambiente donde no sentía que me trataran con dignidad. Entonces decidí renunciar, tenía una oferta laboral que tenía más que ofrecerme, o eso creía entonces. Me dijeron que lloraste y te pusiste triste en el carnaval. Cuánto lo lamento.

El último día en la compañía, mientras te acompañaba a comprar cosméticos me dijiste, creo yo, a manera de excusa, que tu esposo te había dicho que era rara la obsesión de Gustavo con la homosexualidad de Milton. Era tu manera tierna y madura de decirme que lo sabías todo, y aún así me aceptabas.

Yo también aprendí a quererte, a pesar de ti, a pesar de mí. E insisto, no es una carta de heridas y de odios. Es una carta para ser leída entre humanos.

ICVG

No hay comentarios: