Besos angustiados y labios con vibraciones imperceptibles al ojo incauto.
Duelen las promesas de utopías sempiternas.
Una fuerza subyacente eclipsa la excitación y ondula las nucas.
Aletea un pequeño huracán sobre sus estómagos.
Se humedecen las fértiles narices y fluye el líquido del alma.
¿Mariposas? ¿O polillas en agonía?
Intuyen que es el último abrazo.
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