"En Busca del Tiempo Perdido" es uno de los libros de una trilogía escrita por el francés Marcel Proust. Ocurre en un pueblo llamado Combray, en el que aparentemente a las familias les gusta cenar con invitados especiales. Precisamente, ese es el motivo por el que el narrador en sus tiernos años de infancia detesta las visitas del señor Swann pues es en ese momento cuando debe separarse de su mamá y dormir solo.
El libro inicialmente presenta a la familia del narrador, luego cuenta la historia de Swann y Odette, y cierra con el enamoramiento del narrador de Gilberte y su mamá, Odette. La familia del narrador se compone de su papá, un viejo algo amargado, su mamá, sus abuelos y su tía, una hipocondríaca que es la más acaudalada del clan. Posteriormente, se cuenta la historia de Swann y Odette, quienes se conocen, coquetean y luego se acuestan. El relato evoluciona, a través de interminables descripciones, alusiones, sinónimos y metáforas, a describir los celos enfermizos de Swann. Finalmente, se enfoca nuevamente en el amor que siente el narrador por la esposa de Swann y por su hija.
Al ser un libro con una excelente reputación pues el mismo Nabokov lo listó entre los mejores, está plagado de detalles y descripciones -a mi parecer- excesivas. Además de eso, percibo que la historia, calificada desde la varilla de la ficción, podría no ser tan interesante. Básicamente, un hombre se enamora de una mujer y descubre que ella tiene una vida un tanto más libre de lo que él imaginó. Para decir eso, el escritor empleó más de doscientas páginas e inmensos recursos literarios. Y más allá de la extensión, que podría ser un asunto trivial, no vi en la línea de la historia genialidad.
A pesar de lo mencionado anteriormente, debo decir que hubo detalles que sí me gustaron. Por ejemplo, encuentro descriptivo, colorido y dulce el hecho de que Swann al hacer el amor con Odette, iniciara el ritual arreglándole las catleyas que llevaba en el cabello. Me gusta que escenarios como el arco del triunfo o los campos elíseos, cobren un sentido cotidiano y no histórico o magnánime. Y sin duda, la construcción del personaje de Swann resulta verosímil y al mismo tiempo interesante pues me hizo recordar a algunos hombres que he conocido: Flemático, incapaz de dar abiertamente sus opiniones, cercano a las personas de pueblo y al mismo tiempo a la monarquía, algo tonto, amoroso y noble.
Además de lo descrito aquí, vale la pena mencionar que aunque la historia no es genial, su tesis sobre el recuerdo, como algo a menudo superior a la realidad, es poderosa, dulce y profundamente humana.
2 comentarios:
Uf. He tenido el libro incontables veces en las manos. Y siempre lo pospongo. Hace unos años estuve en la tumba de Proust en París. Había muchas notas bajo piedrecitas. Casi todas decían "gracias" en varios idiomas. Espero que no me arroje el autor todas ellas por no haberlo leído. Igual en la jubilación, que es la búsqueda del tiempo que hallaremos...
Atticus, realmente sólo me leí la primera parte. Me gustó el léxico amplio pero en gran medida, no me divirtió. Debe ser una fortuna conocer el cementerio de París. Lo digo por los impresionistas, además he oído que los mausoleos son preciosos.
Frente a tu comentario sobre la jubilación, cuando me preguntaban qué quería hacer de grande, a veces pensaba en ser jubilado, por la calma que asocio a ese estado. Luego me enteraría que los niños austriacos tenían la misma fantasía. Quisiera ser como esa señora que vi alguna vez, sobre una hamaca, leyendo sin parar.
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