La palabra, decía mi profesor de literatura, se hizo para detener las cosas en el tiempo. Uno de los personajes de Rayuela, luego diría que la palabra se hizo para destruirse a sí misma.
Un día el país, la familia y uno mismo, deja que se cultiven ríos bajo tierra, que son como venas que viven en una angustiante tranquilidad. Porque basta un huequito, sólo una pequeña herida para que se abran y revelen todo lo que ocultan. Y lo que cargan no es menos escandaloso que lo que exhiben.
Entonces los acuíferos rebosan, las venas brotan hemorragias, las personas explotan, el país se va al traste y uno se queda sin palabras.
Y debe haber alguna, en el diccionario que describa lo que uno siente, el limbo de la vida misma, la antítesis del proyecto occidental de la existencia de un ciudadano.
Quizás uno es la palabra, porque está detenido en el tiempo. Y de alguna forma, se autodestruye. Una nueva versión del hombre erguido de Kafka, salvo que sus personajes luchan por dejar de ser una cucaracha. En mi caso, no lucho por dejar de ser palabra, fantasma. Simplemente, como los inmortales de Borges, busco una salida del laberinto.
4 comentarios:
Aun cuando pueden ser tan débiles, dicen que dice Platón, las palabras son cuanto poseemos.
En un poema, Octavio Paz les dice que chillen y las llama putas (mal hecho), acaso porque deben ser capacaces de decir lo suyo y sugerir cuanto hay entre líneas.
Quizá del otro lado de la muerte sabré si he sido una palabra o alguien -cifra Borges.
CrisC, las palabras son el símbolo de nuestra época, la semiótica que se presume inteligible y universal cuando fundamenta su esencia en lo íntimo y personal. Y es por eso que no son el medio para invocar el mundo entero, tan sólo son una forma de vocalizar lo abstracto, algunos dirían que persiguen de manera ansiosa lo real.
Encontrar la palabra precisa a veces, muchas veces, es extremadamente complicado. Mucho más si en el interior se genera un nudo de lava a punto de explosionar en el que conviven diversos minerales. Creo que hay ocasiones en las que un gesto, un hecho, es más poderosos que ellas... Pero efímero sin su voz... Me gusta la definición de aquel profesor tuyo de literatura.
Un abrazo (:
Luz Caroba,
Como lo dices, a veces los gestos bastan más que la palabra. Y es que la palabra designa, encarcela y subyuga pero en su afán dictatorial de observar el mundo como si se tratara de un carcelero protegiendo un panóptico, se nos olvida que no ha atrapado el universo; ha creado su "universo".
Un abrazo!!!
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