martes, 12 de marzo de 2013

Decisiones

Decidí vivir una vida pequeña donde se pudiera contemplar lo grande: un nido en las nubes, desde el cual faltaba estirar un ala para comprender la inmensidad de la metrópoli del eterno devenir. Ruge el monstruo, lleno de saliva automotor y sueños gaseosos; ahuyenta todo rastro de vida, desarma el alma y descompone el corazón.

Al principio los humanos creían tener esta llanura que llaman ciudad, luego comprendieron que ella los tenía y no los soltaba: el destierro era un castigo reservado a los peores representantes de las leyes humanas ¿de qué sirve ser de carne y hueso? ¿De qué sirve soñar de mil colores? Si todo se reduce al veredicto de un juez.

1 comentario:

Elena P.G. dijo...

Es triste, quizás no sirva de nada...