viernes, 22 de marzo de 2013

El dilema de la iguana

imagen tomada de: http://browse.deviantart.com/art/Water-210879994

Silente se percibe la vibración del agua, un lago inmenso aguarda la presencia del reptil. Cae la noche y las mariposas azules surcan los senderos insospechados de la brisa. Una iguana frente al espejo de agua se lamenta ¿quién la querrá? Pobre criatura, su fealdad le impide saber qué es la vida.

Oculta, siempre oculta entre ramas y hojas oscuras, mira con nostalgia la realidad que nunca fue suya. En silencio, en lo privado del canto taciturno de la cigarra se lamenta por ser cómo es. Pobre iguana que no toma café, que no le invitan café, que no llora café... Pobrecilla, ni siquiera el oso perezoso la lleva a cantar rondas de niños.

Sus ojos vidriosos por el llanto, evocan mil recuerdos y su infancia se reduce a segmentos de momentos cautivos en una red de desgracias. La soledad es del tamaño del océano que no conoce. Escucha susurros, aleteos, trances reproductivos que le son ajenos. No está invitada a la ceremonia de la vida. Sus marcas atestiguan un camino tortuoso, cual sol sin brillo, humareda de polvo en la periferia estelar.

¿Y qué será de ella cuando necesite de alguien? No habrá más que un terreno infértil dibujado en la piel virgen. Ángel caído, serpiente que tienta. Dignidad reducida... Personaje de historieta. Deseos, sólo deseos como burbujas salen de su boca. Corazones, cientos de corazones laten en una sabana verde noche... En un altiplano inexorable... Sola siempre sola, añora ser otra cosa... Añora ser quizás algún día, algo más que ella.

Pobre iguana... 


1 comentario:

Elena P.G. dijo...

La más triste y dura de las soledades: pobre iguana.