Estaba en uno de esos buses que suelen ir medio vacíos. De repente me acordé de ese video... Conté el número de cuadras que me quedaban para llegar a ti y tras mucho dudarlo, me arriesgué. Me bajé del bus, corrí a toda velocidad con la tutela de la noche; el cansancio no existía.
Tomé la 19 y corrí en línea recta. Me pregunté en varias ocasiones qué hacías en ese lugar. Pasé calles solitarias a una hora no recomendada pero algo en mí gritaba al cielo: libertad, freedom. Y llegué, sentía las yemas de mis dedos palpitar a un ritmo desconocido. Me pregunte si quizás no era la 63 si no la 163. Dudé, pero algo en el ambiente me decía que habías estado allí.
Poco a poco pierdo el miedo, me vuelvo más valiente. Quizás no te encontré en las penumbras y en las sombras... A lo mejor, debo tener fuerza y enfrentarte en las horas de luz. A lo mejor, deba olvidarme de todo lo que he sufrido en mi vida para poder ser feliz... A lo mejor, lo que siento es más fuerte que el miedo... Quizás, sólo quizás... Ya no me interese cuantificar el riesgo... Me interesa vivir la vida.
...Entonces fui feliz, porque mi corazón mandó...
2 comentarios:
Cuando hacemos lo que nos pide el corazón somos realmente libres.¡Y felices!!!
No hay sensación más maravillosa en el mundo que esa, NINGUNA.
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