lunes, 30 de mayo de 2016

El Gran Canto de Salomón - Shir Hashirim Lishlomoh (44/50)

Traducción al español: Guido Enríquez Ruiz
Ilustraciones: José Antonio Suárez Londoño

En mi caso, que crecí en una cultura católica hispánica (la corriente más severa de todas), la biblia sólo hacía referencia a algo divino. Y lo divino usualmente era asexuado, estéril y etéreo. Me educaron en un colegio católico que adoraba a la Virgen y ahí de paso, su virginidad. No sé de las dos cuál adoraba más, lo que es cierto es que el cuerpo y el deseo, eran impulsos censurados con amabilidad en un siglo que mira con recelo el medioevo.

En mis clases de teología tuve profesores obsesionados con hablar mal de la masturbación. Pero también los hubo inteligentes. Una de ellas, pretendía reivindicar una religión ya maltrecha desde las cruzadas y la inquisición. Y procuraba mostrarnos a mis compañeros y a mí, libre de los típicos prejuicios puritanos, el catolicismo, el judaísmo y el cristianismo como algo humano, cosmopolita e imperfecto.

En una clase nos leyó un aparte del Cantar de los Cantares y desde entonces no pude olvidarlo. 

"El Gran Canto de Salomón" es una traducción al español del cantar de los cantares. Este poema judío fue escrito después del siglo VIII antes de Cristo. Fue atribuido a Salomón para llenarlo de prestigio. La traducción, fue realizada al verso clásico castellano, en verso alejandrino, es decir, de 14 sílabas y en estrofa de cuatro versos. 

El poema consiste en el amor entre una pastora y un pastor. Plagado de metáforas naturales, símiles sensuales y apologías eróticas, devela más que un amor platónico, un encuentro con el cuerpo que vibra, siente y necesita. No es una reflexión Socrática sobre el amor, es una descripción de la necesidad del otro, de los desiertos, de los árboles, de las carpas, los cuerpos y el sexo.

"...Te llevaré a mi casa, la casa de mi madre
te llevaré a la alcoba de la que me engendró;
allí tendrás el vino y el mosto de granadas
y la misma ternura con que ella me formó..."

El poema es a dos voces, entre ella y él. Consiste en preguntas y respuestas, polos opuestos, seduciéndose a lo largo de los siglos.

"...Por todas las gacelas y las tiernas ovejas,
amigas y muchachas, las de Jerusalén,
no hagan ruido ni nada que despierte a mi amada,
déjenla que disfrute tal como en un Edén..."

No pude olvidar esa clase de teología en la que leímos parte del poema. Porque basta unas líneas para comprender que lejos de los púlpitos, de las mazmorras con crucifijos y los confesionarios de cedro, los pastores hablaban con profunda poesía y ternura, sobre lo que no puede ser más que humano y alegórico.

domingo, 29 de mayo de 2016

El Carnicero

Wilson Guayambuco sintió curiosidad infantil cuando vio su pecho cicatrizar después de la cirugía. El dolor era intenso, las enfermeras no lo dejaban dormir y las pastillas le sabían amargo. Previa a la intervención, recibió una exposición sobre el procedimiento: Le pondrían el corazón de un desconocido. Para asombro de los médicos, él conocía los ventrículos y las aurículas, las venas y las arterias. No le aterró la sangre, evolucionó de manera sorprendente y llevaba en sus ojos un pragmatismo inusual en los pacientes: Era carnicero.

Su recuperación fue un éxito. Caminó en cuestión de semanas y volvió a trotar en un mes. Sus mejillas volvieron a su usual rosado y pronto le quitaron la incapacidad. La mañana del lunes de mayo, abrió con alegría la puerta del local con el que sacó adelante a sus dos hijas: Úrsula y Deyanira. Atravesó el camino a las vitrinas, alistó el cuchillo y se puso el delantal. Don Pepito, reconocido ingeniero y mal humorado vecino, le pidió un par de costillitas. Wilson sonrió, sacó las costillas y cuando se disponía a cortarlas, de golpe sintió náuseas y sus ojos se cerraron.

Entrecerraba sus párpados y lograba distinguir a sus amigos de plaza: La peluquera con silicona en los labios, la panadera con silicona en los senos y el policía con silicona en los glúteos. Don Pepito, dejó su genio refunfuñón y se mostró preocupado por su amigo el carnicero. Dos enfermeros, con hierro en el alma, lo alzaron y lo llevaron al hospital. Nada qué temer, le dijo el doctor, sólo fue una fuerte impresión, revise qué lo está perturbando.

Mientras reposaba en su cama, con sábanas de tigres, decidió encender la televisión. No toleró cinco minutos de su novela favorita, una serie para gente bruta, con chistes cliché y prejuicios vulgares. Pasó los canales y se detuvo en uno sobre cuidado de perritos. Tardó veinte minutos aprendiendo sobre la psicología de los labradores, la dieta de los chihuahua y el pelaje de los pequineses. Adelantó un par de canales y como hombre hechizado, no pudo dejar de sorprenderse con la vida de las ballenas. Sus ojos de macho, que no lloraban sino por el fútbol, se humedecieron como pantanos al ver cómo los pescadores acechaban una yubarta.

El siguiente lunes abrió su local, no se puso el delantal y no desenfundó el cuchillo. Se disponía a montar un mercado orgánico. Un fracaso completo, de no ser porque creyó en el entusiasmo y la fuerza del amor. Había descubierto en su corazón, otro tipo de fortaleza. Años después, en una cafetería de mala muerte, un médico borracho le confesaría que le habían puesto el corazón de un vegano. 

domingo, 22 de mayo de 2016

Once Poetas Holandeses (43/50)

En el marco de la Feria del Libro de Bogotá (Filbo), me regalaron dos libros que son parte de una iniciativa de la ciudad. Se llama "Libro al Viento", como su nombre lo indica son regalados pero el compromiso es hacer un trueque en las bibliotecas principales de la ciudad.

El país invitado de honor fue Holanda. Me regalaron un librito muy hermoso y chiquito que en su portada tenía un molino ilustrado.

El libro consta de una serie de poemas categorizados por autor: Armando, Cees Nooteboom, Jules Deelder, Arjen Duinker, K. Michel, Anne Vegter, Menno Wigman, Sasja Jansen, Hagar Peeters, Tsead Bruinja, y Ester Naomi Perquin.

La selección de poemas y el prólogo fueron realizados por Thomas Mohlmann. Todas las traducciones excepto las de Cees Nooteboom y  Armando, las hizo Diego J Puls. Las del primer autor, las hizo Fernando García de la Banda y las del segundo el Taller Brockway.

La presentación de los poemas incluía el holandés que me resulta ajeno y misterioso, y a la derecha el castellano, cómodo e infinito. No soy poeta, filólogo o escritor. Sin embargo, percibo en los poemas holandeses una tendencia hacia el realismo, hacia el lenguaje coloquial y la constante invocación de la cultura tradicional campesina. Siempre hay excepciones y cada autor tiene su estilo; no obstante, se pueden identificar patrones.

A continuación una muestra del regalo que nos dan los holandeses.

Noche - Cees Nooteboom

De noche, por castillos de nubes 
y una última terraza de luz de luna,
el sueño de viajes prohibidos,
una puerta, siempre cerrada,
ahora entreabierta, el peligro de otra
vida, un poema

de una existencia a la inversa,
donde la muerte no tiene guadaña,
es un amante sobre herraduras de oro
que te acaricia los pechos
y te extiende la alfombra de las estrellas
para que te tumbes allí,

luz por todas partes, hasta en los dientes
del predador, en las uñas
del asesino y el cuchillo reluciente
que escribe la última palabra,
fuego, y entonces con tus ojos de nadie
ver sin llegar nunca a un fin,

ver quién eras.



La Piedra Florece - Arjen Duinker

La piedra florece.
La piedra que florecer no puede,
cómo florece la piedra.

Sus flores son multicolores.
Coloreadas cual nubes  al alumbrarlas la luna, 
coloreadas como tus ojos, vida mía,
y cálidas.
Coloreadas cual alegres ideas, 
multicolores como olas que ondean hasta el horizonte.

Cómo florece la piedra,
cómo florece la piedra que florecer no puede...

Huele al viento que dispersa el llanto,
huele a lo que es evidente,
a sangre,
a castañas asadas,
a alboroto en las calles.
Huele a libre visión y sentimiento
y hechiza mariposas multicolores.

Así florece la piedra,
la piedra que florecer no puede.
He de volver,
he de volver, vida mía, con una de sus flores.

sábado, 21 de mayo de 2016

Fricción


Fotografía: Robert Doisneau

El rechinar de la tiza en el tablero, le destemplaba los dientes. El desplazamiento del peine sobre el cabello, le quebraba las puntas y hacía que odiara a su mamá. Le tenía alergia a las bufandas. En los buses, la masa humana de Bogotá, la empujaba y acorralaba en un rincón. Su vida era una tragedia.

Se volvió una adolescente que vestía de negro. Ensimismada detestaba el roce de los mundos: Un saludo, una mirada tierna o una palabra ocasional. Su mirada felina se levantaba en contra de las amabilidades que percibía falsas. Los trabajos en grupo le resultaban un flagelo.

Camino a la universidad, cayó por las escaleras que conducían a la estación de bus. Un hombre de negro la miró con desprecio y luego la ignoró. Humillada, se lanzó con las uñas afiladas al cuello del desconocido. Minutos después los cuerpos desnudos habrían de descubrir el sentido artístico de la fricción. Flagelos múltiples y ojos felinos que se cierran de ¿dolor?

jueves, 19 de mayo de 2016

Dice el Refrán - Hagar Peeters



Fotografía: Ed van der Elsken

Así como un ejército romano tras una derrota

emprendía la retirada


así es posible retirarse cada vez que uno pierde.

Acéptalo.


No aceptes perder

sino el retirarse que le sigue




hasta la propia trinchera

la coraza del cuerpo


hasta donde estabas

antes de que siguiera lo perdido


y elige otra cosa.

Un camino a Roma.


miércoles, 18 de mayo de 2016

Carta a una Homófoba

En sintonía con este mes, en el que se celebra el día contra la homofobia, dentro de las actividades estaba escribirle a un homofóbico, en mi caso, a una homofóbica.

Quizás en tu región el término "homófobo" tenga menos popularidad que "marica", "homosexual" o "al que se le moja la canoa". Y es probable, que nadie nunca te haya dicho que eres homófoba. Para serte franco, no es una carta de odio y heridas; es una forma de recordar que inclusive seres con los que me he llevado bien, pueden ejercer actos deliberados en contra de alguien por su inclinación sexual.

Elsa, recuerdo que nos conocimos por la entrevista de trabajo que presenté ante ti. El primer detalle que me impactó fue que cuando extendí la mano, me tomaste de la muñeca, como hacen las personas cuando tienen contacto con alguien sucio. Un par de entrevistas más y obtuve el cargo. Llevaba meses buscando empleo y el hecho de que una multinacional asiática me haya llamado a aportar, hizo que sintiera que mi karma laboral había cambiado.

El sueldo no era muy bueno pero las responsabilidades que tenía exigían de mí estudiar y actualizarme, hecho que me satisfacía. Por tu acento, en cuestión de segundos pude intuir que eras de la costa, lugar agreste para la diversidad y lleno de mitos alrededor del amor entre los hombres.

Al principio me costó entenderte. Que gritaras cuando las cosas no te funcionaban, que dieras órdenes displicentes, que hicieras bromas fuera de lugar, que para hacer equilibrio en tus tacones, te apoyaras en mi espalda, resultaban situaciones que a todas luces eran denigrantes. Pero procuré excusarlas, insistiéndome que en tu tierra las cosas eran más abiertas, más relajadas.

Era obvio que uno de nuestros colegas era homosexual, el coordinador de recursos humanos, el que tanto insistió en contratarme. Era chismoso y a veces pendenciero, no lo niego. Sin embargo, yo solía escucharte hacer bromas sobre su sexualidad. Era tu manera de devolver el puño, lo cual era apenas natural. Solías decir que su novio y él, eran amigos de atrás, y te reías. De manera ingenua yo te insistía que yo respetaba su vida privada y hacía hincapié en lo poco que me interesaban sus relaciones íntimas. No era más que una estrategia para decirles a los demás que tampoco me gustaría que se metieran en mi vida.

Con el tiempo comenzamos a entendernos, a almorzar juntos. Tú a conocer mis tristezas, yo a conocer tus secretos. Pasaron los días y noté el amor profundo que profesabas por tu hijo, noté cómo intentabas entenderme. Inclusive, procurabas comer comida vegetariana para yo no estuviera solo. Descubrí ternura, compasión, sentimientos sólidos y nobles; te comencé a querer.

Procuraba decir que en la empresa debía hablarse de derechos humanos, cuando en el fondo quería decir que se valía ser gay. Durante esos meses, llegó un nuevo coordinador de relaciones laborales; se llamaba Gustavo. También era de Barranquilla. No hacía más que hablar de esa ciudad. Y de paso, odiaba a mi colega homosexual.

Ustedes eran patanes, groseros y vulgares; homofóbicos. Pero me caían bien, los considero mis amigos e hicieron mi vida más fácil, a parte de obtener un aumento para mí. Sin embargo las bromas hacia los homosexuales no cesaban. El tema se hacía cada vez más álgido y a menudo comenzaba a sentir miedo por mi futuro laboral.

Ajeno a eso, mis relaciones con los proveedores se deterioraron, estaba haciendo todo tu trabajo y estaba en un ambiente donde no sentía que me trataran con dignidad. Entonces decidí renunciar, tenía una oferta laboral que tenía más que ofrecerme, o eso creía entonces. Me dijeron que lloraste y te pusiste triste en el carnaval. Cuánto lo lamento.

El último día en la compañía, mientras te acompañaba a comprar cosméticos me dijiste, creo yo, a manera de excusa, que tu esposo te había dicho que era rara la obsesión de Gustavo con la homosexualidad de Milton. Era tu manera tierna y madura de decirme que lo sabías todo, y aún así me aceptabas.

Yo también aprendí a quererte, a pesar de ti, a pesar de mí. E insisto, no es una carta de heridas y de odios. Es una carta para ser leída entre humanos.

ICVG

sábado, 14 de mayo de 2016

Rosa

Bastarda por el lío amoroso de su madre, que se acostó con dos hermanos y no supo explicarle a su hija cuál era su padre, Rosa se prometió tener un hijo sin papá.

Buscó a un hombre en la cantina, bailaron rancheras y durmieron sobre un tejado de barro. Dos semanas sin sangre y una prueba positiva.

Era marzo, cuando su vientre apenas asomaba, una catarata roja bajó por sus piernas. Qué lluvioso marzo, qué lluviosas las piernas.

Semanas recostada y dudas razonables, la hicieron pensar cuál riesgo correr: La esterilidad elegida o la batalla incierta. Fue al lugar donde los hombres jugaban tejo, emborrachó a uno de bigote castaño y yacieron sobre la arena.

Entusiasmada fue al pueblo con un vestido solferino. Compró rosas para decorar y mangostinos para comer. Era mayo y los cucarrones volaban por el aire. Uno de ellos, chocó con la boca de la campesina. Sintió un espasmo en el vientre y vio cómo se manchaba su vestido. Esta vez, el tejo no había funcionado. Qué húmedo es mayo, qué húmeda la boca.

Decepcionada, fue a recolectar orquídeas al monte. Un hombre viejo y con la boca seca, le prometió mostrarle más. Una vez solos, el viejo se acercó, Rosa lo rechazó; forcejearon. Finalmente, ella vio una oportunidad. Es bien sabido que el colibrí en el páramo tiene poca competencia y las flores son más astutas. Cuando terminó, dejó a la flor humedecida y cansada.

Era agosto, con los vientos fríos y agrestes, con las cometas y el sol, los venados y las lagunas. Qué colorido es agosto, qué colorido tu vientre... Rosa.


martes, 10 de mayo de 2016

Philip y los Otros - Cees Nooteboom (42/50)



La Feria del Libro de Bogotá siempre trae grandes autores y grandes sorpresas. Es un espacio que con el tiempo se ha vuelto popular; una suerte de quijotada en un país en el que el promedio de lectura, ronda alrededor de 1.6 libros al año. Es curioso ver gente invirtiendo mucho dinero en los estantes de prestigiosas editoriales. Los libros de siempre: el kamasutra, la Culpa es de la Vaca, todos los de Cohello. Sin embargo, también se abren espacio intelectuales locales como William Ospina, quien posa incómodo para fotos con adolescentes, o Laura Restrepo.

Me he prometido en numerosas ocasiones hacer firmar los libros de los escritores nacionales y los internacionales. De los aplaudidos, como Restrepo y Ospina. De los populares, como Mendoza y Gamboa. Sin embargo, las fechas coinciden siempre con los bolsillos vacíos o los tiempos contados. Ésta vez, sólo tuve dos horas para asistir y disfrutar de ese mundo que para algunos búhos como yo, resulta fascinante, una especie de orgasmo con olor a papel.

El país invitado fue Holanda, el que Jacqueline me decía en uno de sus comentarios, tenía una conexión con su alma. El pabellón de la nación invitada tenía una linda fachada que semejaba la arquitectura limpia y fría del norte europeo. El piso era suave, había instalaciones cómodas para el tamaño humano. Había grabaciones en castellano y holandés. Una exposición sobre la bicicleta, otra sobre Ana Frank. Ver tan buen diseño me agradó bastante. Imaginé una sociedad donde la gente es feliz y no necesita del excitante egoísmo para vivir. 

No conozco casi nada de literatura holandesa. De manera que ojeé algunos libros y con ese olfato inconfundible que te dan los párrafos acertados a mitad de página, me decanté por Cees Nooteboom.

Este post, es para hablar sobre su libro "Philip y los otros".

Philip es un joven que va a visitar a su tío Alexandr quien le pide traer algo para la visita. El chico corta rododendros. El anciano familiar le propone ir a una fiesta. Van en un bus a un lugar de Holanda. En el camino no se acercan, parecen desconocidos. Una chica besa a un chico antes de subirse. Cuando sube, no es la misma.

Philip deja a su tío y conoce a Maventer. Un exmonje que era amado por la comunidad agrícola donde vivía hasta que conoce a una mitad asiática que le dice ver cuadras donde hay ruinas, que medita sobre las cosas que habitan detrás de lo que percibimos. 

Philip decide ir en busca de la mujer con rasgos asiáticos y se encuentra inmerso en los apuros del viajero. Se enamora de una mujer, se dejan. Logra por fin dar con su objetivo. Vive con ella en su castillo desolado, junto con otros chicos y el impulso nómada, lo hace volver a viajar.

Se pregunto uno como alguien menor que yo ha escrito una obra con preciosas referencias a la poesía y a la literatura. Cómo alguien ha tenido el valor de pensar el precepto de Heráclito como una consigna estética. Y lo encuentra sensible, venido de una educación religiosa, uno lo encuentra dulce... Misterioso.




lunes, 9 de mayo de 2016

To Kill A Mockingbird- Harper Lee (41/50)


To Kill a Mocking Bird was a book I decided to read because of Harper Lee's death. It is about Jean Louise (Scout), her brother, Jem, Atticus, their father and Calpurnia, a black woman that is like their mother. The novel develops in Maycomb.

Scout is a good reader; actually, since an early age her father has taught her about literature and news. She has troubles because in school sincerity and premature reading is not well seen.

Dill, is a boy that visits Maycomb for seasons. He does not know very well who is his father. But it is not a reason that stops the friendship between the children.

They are obsessed with a neighbor called Boo Radley. He is a man from the country. It was believed a phantom lived inside Radley's house. Any crime in Maycomb was attributed to the ghost. The family that inhabited it did not go to the church. Mr Radley Boo, was one of the two sons of the family. Once, he had acquaintance with a northern band which brought legal troubles for him; however, he was condemned to study in an industrial school. In spite of that opportunity, the Radley boy was never seen again. The doors of the house were always closed.

The children try to leave a note and ring Radley's bell. But Atticus catches them and teaches them about respect for other people. The father inquired Jem about his behavior. A lawyer should never do that. Jem doubts about his professional preferences.

Miss Maudie is the person that links the children with reality. She is a sick woman that is always angry. She tends to say to Jem and Scout Finch, his father is a Negro lover. In this point, the social background of the book begins to strengthen.

Jem feels offended and destroys the flowers of the elder woman. As lesson, Atticus send him to read her every day. She is always sepaking, screaming and angry. But Jem starts to understand the wisdom of his father. One day, the woman dies and Jem feels something unexplainable.

The boys are used to listen that term for his father. Once Scout asks him directly. And Atticus explains her it is something about principles. He is defendin Tom Robinson, a black person.

Tom Robinson is accused of raping Mr Ewell's daughter. The Ewells are a family that goes just one day to school and never return. Judge Taylor tries to be neutral in a racist society. Mayella Ewells version was simple. Tom tended to help her and once she asked to bust a chifforobe. The nigger helped her but after that he grabed her from her neck and raped her.

I would be a believable story except that no one took her to a doctor or called a policeman. Atticus questione Tom. He said he usually helped Mayella because no one in her house did it. Once, she tried to seduce him, however, he was married and he did not want to do anything. Mr Ewell finds them and believes they have a relationship. After that, he might have hurt Mayella because of his anger.

In spite of strong statements and weak accusations, Tom is condemned. However, he escapes but it is not enough to have freedom in this planet. He is caught and killed.

Mr Ewells is really angry for Atticus defense. Actually he argued with him. Once, when Scout and Jem were going home because the girl had forgotten something, Mr Ewell hurt the boy and the girl. The man who saves them is Radley. Jem is very weak and Mr Finch must call a doctor. When Jem was defending he killed Mr Ewells.

Atticus understands the only right way is telling the police everything he knows in order to clean the name of his son. However, the officer tells him he does not care for it and he understands everything that happened.

It is a beautiful story in the racist USA. An attempt to remembre these days Trump has become the Republican Candidate.