martes, 29 de marzo de 2011

Mi vide se reduce a los tréboles que sembré en mi cuarto (en realidad nacieron solos) con vista al oriente, hace poco florecieron.

Mi vida se reduce a decirle a ella y a decirle a él, te quiero cada vez que puedo.

Mi existencia es el temer la muerte, por abandonar a quienes quiero.

A la memoria, al recuerdo de quienes amo... Y no están conmigo.

Mi caminar se reduce a dilucidar en las paredes el variopinto panorama de una sociedad.

Mi vida se reduce a mis peluces, a enviarles besos antes de partir.

Mi diario vivir se enraiza en los atardeceres que puedo ver, en ese puentecito entre los dos edificios desde veo con nostalgia el sol y esa pendiente de los cerros que invoca a los dioses.

Mi vida se reduce a que el agua llegue transparente, a que el sol sea tibio... A que los viernes pueda reir en paz con quienes quiero.

Esta pequeña vida, quizás nadie la recuerde... Tal vez alguien... Es mi tesoro y todo lo que tengo en esta experiencia como ser humano.

Más de una vez intenté decir adiós a la existencia, hoy día... Es tan absurdo... La paso tan bien con lo grande y lo pequeño de amanecer...

mi vida es las estrellas, que no son más que reflejo de mi ser.

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