viernes, 4 de marzo de 2011

Paz

Hoy un hombre ya de la tercera edad, me abordó e la cale y me dio dos hojitas con propuestas para la paz y la disociación del estado y la religión. Hablamos de muchas cosas y esos enormes ojos miel se entristecieron cuando me contaron que parte de su familia había sufrido y creo yo, muerto en la guerra. También era vegetariano. Creía en Dios.

La gente de mi universidad, como siempre o tal vez como nunca, pasaba viviendo el día a día; me contó que hace tres años había decidido entregarse a esta causa, renunciando a todo empleo y que había participado en varios escenarios. Estaba cansado de "tener que dar su fuerza", me dijo que "prefería morirse sin embargo, hacer lo que estaba haciendo, lo motivaba a vivir. Me habló sobre la biblia y la dieta de frutas y vegetales, de la vida eterna y la genética, de los viejos y la guerra... Mencionó que tenía que trabajar con los jóvenes porque los viejos y sus postulados de vida, pasarán. Cuando abordaba a alguien de tercera edad, generalmente se formaban polémicas, contaba mientras cargaba esos dos paquetes de hojas, de modo que decidió llegar a la población post adolescente. Me impresionó una de sus conclusiones, cuando fue al congreso para pasar una propuesta de paz, el sujeto que recibió las más de cien cartas le dijo que con esos documentos no se hacía nada. Ante esa situación, descubrió lo obvio, ellos también se lucran de la guerra.

Unos viven con miedo, otros con angustia y los dos anteriores con héroes...

¿Cuando tendré el valor para dejarlo todo? ¿Cuado seré capaz de decir lo que quiero decir, de hacer lo que quiero hacer y de vivir lo que quiero vivir?

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