Además de los estereotipos, me gusta de Alemania que es más que "personas cumplidoras de la ley". Son emocionalmente impredecibles, no dan señales. Se mantienen dedicados a sus responsabilidades durante días y de un momento a otro explotan, llenos de ira. Lo confirmé con una amiga colombiana que lleva viviendo 2 años acá. Me confesó que era una de las cosas que más le sorprendía. Un colombiano avisaría, daría señales y luego estallaría.
Es cierto que son puntuales pero no como en las películas. No son unos inflexibles, incapaces de hacer concesiones. Y de lunes a viernes se dedican de manera casi sufrida a sus deberas. Pero los sábados se emborrachan hasta el cansancio. Caminan intoxicados por los metros, se arrastran y buscan riñas en las calles.
Creo que todos somos humanos, sólo que unos lo reprimimos más que otros. Y sí, ellos son "ricos". Pero tienen la pobreza europea: La de la señora que no tuvo educación superior, hace masajes y para poder viajar a Indonesia a fin de año, vive de manera casi precaria en un apartamento de 1500 euros de renta.
También es cierto que cuando una pandemia los ataca, su sistema no sabe muy bien cómo reaccionar. Porque así como los colombianos vivimos bajo la fantasía de la "felicidad", que nunca nos llega, ellos viven la fantasía de la "estabilidad", que siempre se les destruye.
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