Tú que habitas en las manos de los padres que maltratan a sus hijos,
en la inseguridad de cientos de mujeres que fueron trofeos de campañas,
que estás marcada en la piel de los adultos que fueron jovencitos
y tuvieron que saltar corriendo de un bus que los llevaba a la selva.
Mírame a los ojos y dime,
si hay herida que cierre,
si hay futuro para el herido.
Mírame y dime si los ojos trirraciales,
ocultos en palafitos, en casas con techos de zinc o clubs carbonizados,
podrán ver algún día estrellas que no sean testigos de la sangre.
Tú que miras a los hombres como presas,
dime cuánto tiempo pasa
para que dejes de comernos.
miércoles, 29 de abril de 2020
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