martes, 13 de abril de 2010

El rencor.

Los ojos vendados y el camino lleno de cenicientas fugas rojas. Los venados y la vida han anclado en las miradas suyas depredadores incansables. Cada quien busca un destino, cada quien lo encuentra. Los días pasarán, la vida caerá y su rumbo seguirá. El corazón se inflamará y dirá todas las verdades, los puñales de la boca salen directo hacia las víctimas, verdugos en otros tiempos ahora pagan con el luto de la existencia.

Paisajes desconocidos para el ciego que ha hecho su visión aun más obtusa, los pájaros tirando a las escopetas, y las escopetas esperando su destino. La destilación en su máximo esplendor, el aire particulado con puntillas busca romper con la memoria. Y todo rencor será pagado con paciencia y verdad, con todo lo que tienes y has aprendido, con todo lo que eres.

La muerte fiel testigo de las hojas otoñales que surgen del suspiro de ultramundo, arrullan con sigilo la memoria del amor. La piedra de molino que carga sobre quien odia, invoca la fuerza de una flecha y cobra toda deuda. La vida y la distancia se vuelven muy amigas, hay que decir adiós aunque a veces duela, para decir de nuevo hola, y conocernos como si no nos conociéramos.

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