viernes, 23 de abril de 2010

Para los días tristes.

Ries, caminas, a veces tropiezas y algunas mañanas las cosas a tu alrededor parecen sin sentido.
Los caminos que transitas no están amurallados sin embargo una puerta clava tu mirada en la infinita oscuridad.
Desconfias, te detienes y caes, vencido en el silencio has de encontrar descanso aunque estés perdido.

Recuerda la invisibilidad de tu existencia, no eres todo lo que ves, y lo que no ves, poco lo conoces.
En lo leve y tácito de tu silencio, de tu silencio y el del cosmos, se encuentra la llave para despertar a un nuevo día.

Cuando te pese la vida y haga mucho ruido, recuerda respirar profundo y recordar que puedes volver a ser aquel que fuiste, un ser sin mayor peso más que la elevación.

Los momentos de gloria y de victoria se pueden interpretar de muchas maneras, sin embargo te pareceran cortos; mira las estrellas, titanes que con su enorme luz iluminan la noche, ganadoras ante la oscuridad. Por eso recuerda, las grandes victorias a veces están inmersas en la música asonora, en el inmanifiesto latir del tiempo.

Tus huellas pueden ser borradas por el continuo rose de las olas del tiempo, pero no las que llevas en el corazón. Tus esperanzas desvanecidas por la sepulturera ironía del destino, pero no tu forma de sentir. Podrá ser borrada la palabra insignia de tu frente, esa que llevas en oro y se entende por "dignidad", pero jamás el presente de tu mente, jamás te robarán el instante en el que imaginas y disciernes. Te envolverán en caricias de olvido, cuál engaño vil para que despiertes, mira al horizonte, no eres memoria, eres infinito.

Muchas espaldas puedes ver en tu camino, inclusive rostros que se vuelven espaldas, amistades que se vuelven en indiferencia, inclusive amores que se difuminan en la herida hemorrágica. Mas tu cara aún no se desvanece, por cadaveríca que parezca, le quedan muchas sonrisas llenas como la luna.

Caminando nostalgias cristalinas y quebradizas, con retazos de olores, sabores, momentos y mitologías tan privadas, caerás en una escalera caracol dueña del vacío. Muy abajo, donde el viento es dueño del tránsito, los semáforos infieles se doblarán con sombras rojas ante el señor movimiento.

Estrellas fugaces en el estómago, ya crecido, te parecerán falsas promesas de galaxias. Ignorante el que resa al cielo, sin saber que ya lo pisa. La tierra en su increíble movimiento susurra mantras de lactancia, recordando su verdadero origen... el todo.

Y ahora aquí parad@, mi querido ser, te crees tan limitado, tan corto y tan angosto, cuando en el fondo nuestras almas transparentes como medusa, diluvian guiños de eternidad.

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