viernes, 9 de abril de 2010

La mancha escarlata.

La paz y la vida, a veces opuestos, a veces sinónimos, amigos eternos e internos, sólamente extraños en la infinidad; volviendo de su largo viaje a verdades incomprensibles, abrió lentamente los ojos y una maravillosa sorpresa atravesó de nuevo su mirada, los rayos del sol, sólo que esta vez algo obstaculizados por humo y escombros. Venían por él, seres con trajes particulares, emitiendo sonidos de toda clase buscaban a quien dirigía la nave. Con cansancio intentó correr... pero lo único que logró fue rodar a lo largo de la pendiente de hierba, la cual SERÍA TESTIGO DE SU HISTORIA.


Caía sin parar, la gravedad era su aliada.


La calle.


En mi aburrimiento, quise romper con esa rutina de locura, quise salir por un instante a caminar, para esa época tendría 8 años, no podía salir muy lejos solo pero todo me decía: sal ahora o quédate para siempre. Caminé mirando las formas de las nubes, encontré conejos, mariposas, elefantes, amigos y dulces, todo estaba en calma hasta que vi un torbellino de humo a lo lejos, supuse que eran los cerros quemándose de nuevo en su incontable lucha por vivir, sin embargo, la vida me traería una sorpresa.


El asfalto bajo mis tenis estaba tibio, los carros de la circunvalar pasaban esporádicamente, pero el miedo surgió cuando aquel incendió dejó de ser algo "normal". La policía especial deambulaba en la montaña, gritando miles de cosas, queriendo encontrar a un ser para hacerlo plato principal de sus masacres. Pensé en salir corriendo, hasta que vi un bulto dorado caer en el piso. Lo pensé mucho antes de acercarme, en esos días la aventura y la curiosidad costaban mucho, pero algo me incitaba a caminar, a ver algo diferente a las noticias.
Una esperanza.
En el piso, con polvo sobre todo su cuerpo vislumbró a uno de los humanos. No parecía ser como lo dibujaban, este tenía ojos grandes y una presencia cálida como el amanecer. De repente comenzó a exclamar con un miedo que le hacía temblar las rodillas: "extraterrestre, extraterrestre". Sabiendo que sería asesinado cerró los ojos de nuevo. Después de un minuto de estar tendido quiso saber por qué no había muerto, al abrir su mirada de nuevo al cielo, vio el rostro del humanito mirándolo fijamente. Esa inocencia temerosa, hizo que intentara gesticular palabra, pero en contra de sus deseos, sólo podía balbucear. El niño le pregunto: ¿quien eres?, para ese momento no sabía cómo actuar, si usaba la telepatía sería descubierto, de modo que recurrió a la única palabra que recordaba: "delfín".
-no pareces un delfín-. replicó
-delfín-repitió



No hay comentarios: